La riada humana de la Diada puso sobre la mesa la cuestión catalana. Mientras en Madrid la crisis económica servía de excusa para azuzar un viento en contra de las autonomías, Barcelona consiguió repentinamente cambiar su dirección apuntando ahora hacia la independencia. Desde entonces, no parece que haya otro debate que tomar posición a favor o en contra, como si no hubiera nada más que decir.