MOVIMIENTO CIVIL: CRITERIO Y CONCIENCIA.
La primera década del tercer milenio está en situación de haberse convertido en uno de los momentos históricos más interesantes para la humanidad, y ha irrumpido en nuestra sociedad de forma contundente y abrumadora.
En nuestro país y también en el resto de Europa y el mundo occidental, una serie de estragos heredados, nos van acuciando: la crisis financiera, las inverosímiles jornadas laborales de los trabajadores, el recorte de sueldos, el plan Bolonia, los planes de pensiones privados, el posible copago sanitario, la reforma laboral, la privatización de los servicios públicos, el retraso en la edad de jubilación, la dictadura de los mercados, una pedagogía escolar diseñada para el fracaso, escasos o agotados valores morales y éticos, la irresponsabilidad de los causantes de la crisis financiera – que no pasarán cuentas con la justicia – la corrupción política, la desalentadora respuesta política y judicial hacia las víctimas del franquismo en España, el abandono de las artes y la cultura, una humanidad condicionada por los medios de comunicación que -habitualmente- son auténticos «formadores de opiniones», y, en el aspecto más internacional, las guerras hechas a medida de intereses particulares, la hambre y las enfermedades en el tercer mundo y la economía en manos de los carteles económicos mundiales: los dueños del mundo.
En conjunto, ha sido una sacudida formidable para estimular la conciencia. Son hechos que ponen de manifiesto, no una crisis financiera y económica sólo, sino también una crisis de valores: de conocimiento, de confianza, de ética, de rigor político y de desorientación espiritual.
El ser humano mínimamente responsable se pregunta: ¿Quién somos? ¿Dónde Estamos? ¿Qué hacer?
Estos hechos -y los hechos siempre son consecuencia de alguna voluntad- producen en nuestra sociedad todo tipo de desafecciones. Un malestar profundo que, cada vez más, marca una distancia más evidente entre la sociedad civil y la vida política. La distancia entre el ciudadano de a pie, la élite intelectual del país, y los políticos y sus partidos es cada vez más evidente. Cada vez es más obvio para el ciudadano de a pie, y no es privilegio sólo de las élites pensantes -porque cada vez el ser humano tiene más conciencia- que el color político no hará cambiar la estrategia político-social general del país y se intuye que la clase política es demasiado a menudo dirigida por intereses de las corporaciones económicas que dictan en todo momento cuál es la conveniencia del mercado, es decir, la de los bolsillos de los verdugos financieros. En definitiva, la ciudadanía, la sociedad civil, está al corriente de que ciertas pautas políticas van a cargo de los oscuros representantes del poder económico que invade de manera perniciosa todas las áreas sociales sin pudor. El ciudadano lo sabe. Sabe más, de la falta de libertad de los políticos, de «sus» políticos, sin que cuente el color.
Por lo tanto, si nuestros políticos no son libres y los parlamentarios no tienen libertad de voto, y en consecuencia no pueden votar en conciencia sin recibir un castigo económico por su acción, significa que -de alguna manera- están sometidos a un sistema poco transparente. Se percibe desde las clases más modestas y trabajadoras que el país está vendido a los círculos de poder económicos. Todos los escándalos políticos denunciados y publicados en los últimos años son un cúmulo de despropósitos que sólo pueden tener cabida en una sociedad que desde amplios sectores sociales adinerados dan fuerza a una espiral antitética devastadora. Por tanto, las Logias de poder son las que gobiernan España, Europa y por extensión el resto del mundo. Es la situación global que pretende el famoso «Nuevo orden mundial» tan abanderado por Bush. No tienen entonces voz los representantes políticos, y menos los ciudadanos, que son los que deberían tenerla.
Me gustaría (nos gustaría) que se entendiera que quien quiera abordar los problemas que plantea la vida social de nuestra época pensando que es necesaria una utopía, está errado. Es el momento de la practicidad. Quien piense que determinados pensamientos o ideas pueden hacer felices a los seres humanos haciéndoles «comulgar con ruedas de molino» en los programas de los partidos políticos, pueden tener una fuerza persuasiva ponderable, pero no entienden qué significa la «cuestión social».
Necesitamos -por encima de todo- ser prácticos. Necesitamos una acción social y política que no apele a teorías o dogmas sociales, sino directamente al ser humano. Necesitamos que las personas se encuentren en un medio social adecuado a su realidad, la realidad humana, y ellas mismas, si gozan de los instrumentos adecuados, dirán cómo se deben organizar. Debemos procurar unos medios de relación donde la persona pueda desarrollarse con todas sus cualidades. Esta forma de pensar apela a seres humanos reales, no a teorías abstractas o dogmas sociales. Debemos generar ambientes sociales, económicos, políticos, intelectuales y espirituales que tengan su propio campo de cultivo, donde puedan ser expresados sin limitar manifestaciones de libertad, igualdad o fraternidad.
Los partidos políticos hoy están en lo aparente y en el absurdo. Prometen en sus programas electorales lo que no se podrá cumplir. Ellos lo saben y la ciudadanía también. Y aquí entra en juego una complicidad enfermiza entre políticos y ciudadanos basada en falsedades y mentiras. Hoy en día a través de los medios de comunicación se puede manipular una noticia hasta hacer pasar una mentira por una verdad. Basta cocerla a fuego lento. Hoy nos tragamos con facilidad noticias que hace sólo treinta años atrás habrían sido indigeribles. Sólo hay que ver cuánta violencia gratuita circula por los «mass-media». Lo que es más grave es que todos los actores sociales lo saben y se retroalimentan unos a otros. Actuamos en este «juego de la realidad», en este espejismo de una realidad manipulada a voluntad, con un cinismo impecable. Sin embargo, y como esperanza, o como un oasis en el presente, cada vez es más factible que artículos de opinión con ciertos contenidos morales y éticos vayan teniendo cabida y tengan salida, demasiado a menudo con cuentagotas, tanto en los medios habituales, como especialmente en Internet.
Y los que hacemos (o queremos hacer) una apuesta real por la conciencia nos preguntamos: ¿Es imaginable que en el caos actual de la vida social se pueda dar una relación correcta entre ser humano y ser humano? ¿Y entre el ser humano y la naturaleza, hacia una solución del grave problema social?
El auténtico espíritu humano ha sido desterrado de la vida social y se ha convertido en una mera ideología que no arraiga a las mujeres y hombres de nuestra sociedad civil. Quizás la tragedia -vista la situación actual- es que, para recuperar el sentido de la vida, el ser humano tendrá que encontrar el camino con su propia fuerza interior. Y no tiene a su alcance la hoja de ruta, porque desde el poder institucional se le ha negado. Mantener ocultos ciertos conocimientos es también poder. Y mucho. Se mantiene conscientemente a la ciudadanía en una especie de estado de inconsciencia flotante; ignorando a propósito que la época actual exige una apuesta por la conciencia personal y colectiva.
El alma consciente busca abrirse paso en medio del caos y la corrupción. La humanidad tiene derecho a encontrar el fundamento de su vida física, emocional y espiritual, y tarde o temprano lo hará. Y los poderes fácticos lo saben, porque ellos son los que manipulan la realidad con toda impunidad en un escenario de alcance internacional que invade todas las esferas posibles: la educación, las artes, la política, la economía, las rentas del trabajo, el ocio, los mercados, las religiones … Todas las representaciones de manifestación de la vida social.
Si no nos damos pautas y formas de relación que nos permitan alcanzar cada vez más conciencia, no conseguiremos que la humanidad -como conjunto- deje atrás modelos obsoletos y haga una verdadera apuesta para conducir sus objetivos hacia el Bien, la Verdad y la Belleza. Nadie ha dicho que sea fácil conseguirlo, especialmente, en un ambiente hostil. No es cierto lo que proponen algunas filosofías que quieren presentar al hombre como un lobo para el hombre. Esta es -por lo menos- una de las tantas estrategias de marketing del sistema.
La realidad del día a día, sin embargo, tiene una esperanza cada vez más evidente. Y la esperanza, no lo olvidemos, es una forma de amor: creer en el otro. Es el altruismo que lucha por imponer ante el egoísmo que es vencido continuamente por el llamado «tercer sector». Aunque, desde la misma Europa y sus leyes, el altruismo recibe cada vez más hostilidad a través -por ejemplo- del favorecimiento del sector mercantil, ante estas propuestas generosas hacia el prójimo que toman su fuerza de un sentimiento que se convierte en efectivo mediante el trabajo dirigido al sector de la humanidad más necesidad.
A la vista de los acontecimientos actuales, la creación de una vida social ética es únicamente posible en una comunidad formada correctamente. Nos hemos de convertir en auténticos pensadores sociales y reflexionar sobre todo en cómo se debería establecer un orden social, que ayude a hombres y mujeres a trabajar juntos cabalmente en la tarea de fundar una vida social sobre la base de una experiencia comunitaria correcta y efectiva. Es decir, el polo opuesto al pretendido «Nuevo Orden Mundial»; ante este debemos generar un nuevo criterio, una nueva conciencia. El «Nuevo Orden Social».
La comunidad correcta es aquella que dispone de sus bienes de forma armónica. Es la que dispone de los ámbitos sociales adecuados para que las personas encuentren las herramientas adecuadas y el campo social abonado para desarrollar lo llevan como seres humanos, como semilla, para compartir y dar a otros seres humanos de su comunidad y el mundo.
Debemos mantener el convencimiento de que hombres y mujeres libres encontrarán, unificando sectores diversos -que ya lo intentan por su cuenta- desde la economía, la circulación de bienes, los servicios, la agricultura, la enseñanza, las artes, la vida cultural y espiritual, una salida digna. Pero sin duda, trabajando juntos. Poniendo atención en los signos y al Espíritu del Tiempo para sanar una sociedad tocada en sus elementos más dignos.
2. La sociedad civil y la importancia de su organización. Análisis de la situación actual y alternativas: Economía, jurisprudencia, política y cultura.
La sociedad civil actual se manifiesta en parámetros rodeados de aspectos históricamente valorados como eficaces en la teoría, pero no tanto en la práctica. Hay aspectos en los que la realidad social se mueve de forma precaria, posiblemente por una aplicación inadecuada a sus necesidades reales y las filosofías materialistas que las gobiernan. Tanto en economía, política, enseñanza y trabajo, por nombrar sólo las más significativas, las estrategias aplicadas no dan el resultado deseado. Ni desde las propuestas conservadoras, ni desde las propuestas socialistas. De hecho, cada vez más los dos extremos -sólo aparentes sobre el papel- se acercan y proponen una mezcla de conceptos que dan por resultado el actual caos en todas las áreas de la vida. Es difícil distinguir matices dentro de las propias propuestas políticas y sociales. Algunas de ellas son remanentes ideológicos y de costumbres que arraigan en una cultura medieval. Las otras, más recientes, arrancan de la revolución francesa. Las máximas de Libertad, Igualdad y Fraternidad proclamadas no han arraigado en la sociedad por falta de fertilidad social, y los partidos supuestamente socialistas han hecho un uso precario y desfasado, aplicando cada principio allí donde no corresponde. Lo dramático es que se ha hecho a conciencia y con una voluntad milimétrica. No hay errores en política. Nada es casual en política. ¿Recordáis las palabras de F. D. Roosevelt?: «Nada sucede por casualidad en política! Y cuando un evento se produce, podemos estar seguros de que fue planificado. Sólo hay que añadir que todos los eventos de nuestro tiempo están politizados completamente «.
Si hasta ahora la sociedad no ha evolucionado de acuerdo con estas premisas de libertad, igualdad y fraternidad no es porque que estas propuestas no sean válidas, sino porque su aplicación ha sido abominable. Es fácil entender que, si se aplican los conceptos de justicia o hermandad, en las áreas equivocadas, los resultados que se obtendrán serán indefectiblemente desastrosos. La anarquía -sorprendentemente- en una sociedad básicamente conservadora y materialista- es la forma actual de relación entre esta tríada de conceptos.
¿Qué aplicaciones de estos tres factores determinantes se han producido y en qué sectores se han aplicado hasta ahora?
La libertad se ha aplicado en el mercado y la economía con los resultados de todos conocidos. La fraternidad no tiene aplicación práctica en una sociedad de consumo egoísta y materialista. La igualdad no es posible con una justicia limitada y excluyente por causas sociales, de conveniencia política, de raza o religión. Por el contrario, el concepto de libertad como principio básico, es la que debe regir la vida cultural y espiritual. La igualdad debería ser el pilar básico del ámbito jurídico y legal, y la fraternidad el apoyo imprescindible para la actividad económica.
En nuestro país, y por extensión, en términos similares, aunque quizás más significativamente en Europa, algunos de estos aspectos han ido integrándose en los ámbitos que conocemos como alternativos. Una humanización del sistema económico se ha hecho patente y está presente en la banca ética o cooperativas de crédito, ya establecidas en nuestro país con resultados apreciables y con aspectos claros de consolidación, así como la aplicación en el sector empresarial de propuestas en las que la toma de decisiones no lo son tanto por cuestiones de negocio y beneficio, sino que la versión egoísta del tema económico queda supeditada al bienestar del trabajador y el empresario. Es decir, en estas empresas, el ser humano es más importante que el dinero. En el área de la enseñanza se hacen esfuerzos, pero demasiado aislados y son poco conocidos.
¿Qué significa a grandes rasgos esta aplicación ordenada de los tres principios mencionados?
La aplicación correcta y ética de esta auténtica triformación social: En el ámbito de la educación, significa desarrollar en el niño las bases para un pensamiento claro y preciso que tienda a la libertad, sentimientos auténticos que respeten a los demás en un marco de igualdad de derechos y obligaciones y una voluntad vigorosa capaz de sostener y sustentar responsablemente la fraternidad en la vida económica del futuro, si así lo eligiera.
Según este modelo, se trata de promover: La libertad en el ámbito del pensamiento. A través de su psiquismo, cada individuo debe poder desarrollar su originalidad en la esfera cultural y espiritual. Libertad de la educación no ceñida al patrón del Estado, favoreciendo la creación personal.
La igualdad en las relaciones entre personas e instituciones. Cada hombre y cada mujer están sometidos a las mismas leyes por nacimiento, vida y muerte. Y en la esfera político-jurídica nos corresponden los mismos derechos y deberes para todos. La fraternidad en el día a día, en el mundo físico (todos somos habitantes de la Tierra) y la esfera económica es el lugar competente para su aplicación.
Hemos conocido en nuestra sociedad la libertad aplicada a la economía y como consecuencia y con las consecuencias, del capitalismo, con auténticos estragos en el capitalismo salvaje. Y una pretendida igualdad en la economía según se expresaba a través del comunismo. Pero ahora, momento especialmente específico para desarrollar la conciencia, es el tiempo de situar la fraternidad en la economía. Estas tres grandes esferas de actividad social, aplicadas de forma correcta, quedan explicadas a grandes rasgos de la siguiente forma:
En la esfera de la economía le corresponde la producción, circulación y consumo de los bienes y servicios. Engloba todos los productos de la naturaleza o de la producción humana. En la esfera del derecho y de la política le es pertinente la elaboración y seguimiento de las reglas (leyes) que permiten la vida en sociedad. Engloba las relaciones entre personas, instituciones y organizaciones. La esfera espiritual y cultural en el sentido amplio del término: la espiritual, la cultura, el tema social, la ecología, lo que es de ámbito propiamente humano; lo que está aislado en cada individualidad y debe ser incorporado al organismo social. Lo que el ser humano ofrece al mundo, a sus congéneres, a su prójimo. Una sociedad sana -o un organismo social sano- funciona saludablemente cuando los tres poderes son autónomos y al mismo tiempo hay una colaboración respetuosa entre ellos y respetuosa en aras de lograr el bien común.
El resultado de la situación actual política y económica es la preponderancia casi absoluta del factor económico sobre las otras dos. No es sólo una crisis económica, es una crisis de valores en todos los órdenes. Por lo tanto, una situación patológica que hay que revertir.
Un elemento fundamental por destacar en este momento, ya que es la única entidad posible para acoger estos aspectos que necesitan ser abordados de esta otra manera y no como se ha hecho hasta ahora, es la sociedad civil. Es esta sociedad civil, que es uno de los tres grandes poderes generados en la sociedad junto al mercado y del Estado, que es necesario que despierte. Que tome conciencia. Como sociedad civil tenemos derecho a saber y conocer, y debemos aspirar al conocimiento porque conocimiento es, sin dudas, poder. Y la sociedad del conocimiento es la que debe tomar las riendas. Debemos tener confianza en que, poco a poco, iremos teniendo capacidad para comprender esta compleja realidad, comprender los acontecimientos y encontrar la orientación adecuada.
El ser humano ha ido desplegando a lo largo de la historia cualidades particulares, pero si alguna debe tomar notoriedad en este momento es precisamente la conciencia. Esta toma de conciencia es la que nos conducirá a ejecutar unas reglas del juego, en este «Juego de la Realidad» en el que estamos inmersos, que sean las adecuadas para que cada uno se reconozca a sí mismo como un ser Libre, Racional y Autónomo.
3. Sociedad civil, La revolución pendiente del conocimiento: El prójimo ante el egoísmo.
No es posible, con los instrumentos culturales actuales proporcionados por el sistema, conseguir la libertad necesaria que precisa una persona del siglo XXI para desarrollar márgenes suficientes de Conocimiento y Cultura.
Conocimiento y Cultura con mayúsculas, no aprendizajes materialistas que son excluyentes de las otras estructuras energéticas y anímicas que conforman un ser humano en su estructura sutil. Un conocimiento y cultura adecuados deberían situar a las personas desde las escuelas más básicas de aprendizaje, en unas condiciones morales y éticas suficientes como para que se pudieran posicionar como ciudadanos de forma libre y completa junto a las fuerzas de evolución, trabajando al mismo tiempo en la construcción de su propio carácter. Este estilo de cultura y aprendizaje ayuda al ser humano a cultivar las cualidades de las que no dispone y eso le ayudaría a controlar su personalidad, tan eminentemente nefasta cuando los aspectos «sombra» se manifiestan descontroladamente y son factor de violencia: doméstica, juvenil, infantil o de otros como en la carretera, con las funestas consecuencias que todos conocemos. Tenemos fracaso escolar y educativo porque el sistema diseña formas de educación que lo hacen posible.
No podemos consentir más la cultura del lobo. Y la única opción es la revolucionaria en su aspecto menos violento y más efectivo. Es decir: La cultural. Y, por lo tanto, la revolución del conocimiento y la conciencia. Hay que dar cognición del comportamiento de la realidad y hacerlo extensivo a las capas sociales más necesitadas, que son también las más desfavorecidas y las que no están conformes con el orden establecido. Las que aspiran a una transformación y mejora de las condiciones en que se ve inmersa la mayoría de la humanidad, teniendo en cuenta que los recursos de su supervivencia y el resultado de su trabajo es usufructuado por una minoría de poderosos que concentran la práctica totalidad de los recursos mundiales en títulos de su propiedad y en sus cuentas corrientes.
Los poderosos -materialmente hablando- se posicionan en estratos superiores, y son un tipo de individuos, evidentemente de castas súper-conservadoras, que, comprensiblemente, aspiran a conservar el bienestar material del que disfrutan, que pretenden incrementar por todos los medios, y casi siempre a cualquier precio. Saben perfectamente, que su bienestar crece en la misma proporción y secuencia en la que decrece el de la inmensa mayoría del género humano, ya que, conforme a sus postulados, de la inventada, por y para ellos, ‘Ciencia Económica’, los recursos del planeta son estrictos y limitados, y, por lo tanto, cuanto más acumulen ellos, menos quedan para el resto. Son los Liberales, Neoliberales, y ultraliberales de todo tipo y condición, los creadores del movimiento «Tea Party» de Sarah Palin en Estados Unidos; elogiada recientemente por Esperanza Aguirre o Berlusconi.
Por lo menos, esta tendencia generalizada está siendo contrarrestada por un creciente número de personas o entidades que optan por el llamado «modelo de los Creativos Culturales». Término acuñado por Paul H. Ray que los describe como opuestos al hedonismo, materialismo y cinismo, aspectos generalmente asociados a la globalización elitista. No están obsesionados por ganar dinero. Tienden a demostrar sus palabras con hechos, la mayoría participan en actividades de voluntariado. Están profundamente en sintonía con temas de ámbito global y están detrás de todo el movimiento generado hacia las inversiones en el desarrollo sostenible, las tecnologías respetuosas con el medio ambiente, el consumo sostenible y el ecoturismo. Han influido en muchas empresas para reinventar sus productos hacia mercados más ecológicos. Su estilo de vida ha alterado radicalmente el contenido ofrecido por la publicidad. Promueven la democracia directa, que es hoy el valor dominante en una escena política ideal. Son los que están detrás de la emergencia de la sociedad civil global, la cual comienza a cambiar, poco a poco, el comportamiento de las compañías transnacionales y los gobiernos.
En definitiva: Necesitamos el establecimiento de un sistema de gobierno local y global que, por primera vez, tuviera un reconocimiento efectivo de la dignidad del ser humano y de la vida que le rodea. Todas estas formas de relación social innovadoras dan la espalda al sistema establecido, sí; pero dan vida a los sistemas de relación que la humanidad necesita en este momento y eso si es una aproximación al prójimo y a sus necesidades, con ética y corrección política.
Me complace desde estas ideas básicas presentar y compartir este movimiento particular que proponemos y que surge desde nosotros, desde una parte de la sociedad civil, que aunque fatigada será capaz de resurgir de sus cenizas: CRITERIO Y CONCIENCIA, que sí pretende un proyecto digno de país y de sociedad. Una nueva forma de economía fraternal para superar la crisis con trabajo y empleo concienciados y ponderados en todos los ámbitos de la propia relación laboral y al mismo tiempo social. Una sociedad civil que conoce su importancia capital para alcanzar para todos los seres vivos -no sólo los humanos- y la naturaleza, un bienestar y calidad de vida material y espiritual dignos y equitativos, y una absoluta solidaridad con el medio ambiente y un territorio sostenible.
Alfons Vinyals y Arnau
Noviembre 2010