Cuando se cumple un año de algo decimos que estamos de aniversario. En CiC estamos de “semestrario”. En una época del año en la que predomina (en la Península Ibérica claro) lo vacacional, ese agostarse hasta la médula a pesar de la crisis, en CiC hace seis meses que decidimos poner en marcha un proceso web. Decidimos “estar en el mundo”.
Estos días pues, cumplimos seis meses de vida en la red. En todo este tiempo hemos aportado bastante documentación. Sin embargo, no ha sido posible mantener el ritmo deseablemente frecuente que se supone que precisa el modelo ideal para estos menesteres, es decir, que hay que “colgar algo” cada quince días para “mantener la atención del mundo” sobre nosotros. No ha sido así, porque -entre otras cosas – la inspiración surge cuando a ella le da la gana (faltaría más) y porque no es fácil convertirse en redactor de determinados pensamientos en la línea de Criterio y Consciencia. En el fondo hay que revelarse casi como un periodista especializado en nuestra filosofía y modo de entender.
De todos modos, y a pesar de no escribir para cada quince días, se ha producido un flujo de visitas cercano a las seiscientas entradas mensuales. Eso quiere decir que hemos merecido la atención de alguien (y eso es de lo más interesante) en el mundo, unas seiscientas veces al mes. Cada semana unas ciento cincuenta veces. Cada día 21 entradas.
Es muy agradecido saber que se nos lee en 25 países. Por supuesto en Cataluña y España, pero también en Argentina, Estados Unidos, Guatemala, Chile, Alemania, Colombia, Gran Bretaña, México, Israel, Italia, Suiza, Venezuela, Bolivia, Costa Rica, Perú, Paraguay, Irlanda, Nicaragua, la Federación Rusa, Suecia, Francia, Holanda, Rumania y Andorra. En todos ellos hubo alguien, algunos, o quizás muchos, la mayoría anónimos, que estuvieron siguiendo, esperando nuevo material y continuando la relación. Porque tenemos una relación. Y a todos ellos, a todas ellas, en definitiva a todas vosotras y vosotros, os corresponde el mérito. A nosotros daros las gracias por estar ahí.
No es una página web puntera. Es una página para la Consciencia. Para algunos no será remarcable ser 600. Pero para parar a los Persas, los Griegos tuvieron bastante con 300. Ni uno más, ni uno menos. Está bien que el esfuerzo de unos pueda revertir sobre la comunidad.
La comunidad, lo comunal, se produce cuando un grupo determinado de personas sintoniza alrededor de un tema específico y lo impregna con su sentimiento. En el fondo tenemos esa naturaleza “incorporada de serie”. Tenemos tendencia a autorregularnos los unos a los otros y los unos con los otros. Sólo estando a una distancia de unos cuatro metros es factible que dos corazones sincronicen su ritmo, sólo es cuestión de tiempo. Cuando un grupo de personas piensa y siente en la misma sintonía, se produce un alarde comunal.
En algún lugar del tejido energético que envuelve al planeta se produce la comunión y esto genera una hermandad entre los participantes. Lo sepan o no. Y de hecho es un acto inconsciente. Sólo cuando entra en escena el tercer factor, la voluntad, es cuando puede ponerse en la conciencia. Sin embargo, está sería la parte del arte de la relación, porque en los actos, en los hechos, también surgen las contrapartes oscuras. Los aspectos sombra que tan difíciles son de sortear y tanto enfrentamiento generan entre congéneres.
Estamos a las puertas de la revisión del concepto de realidad. A vueltas, como aquel que dice, dándole “un hervor más” al tema comunitario, a lo comunal, a lo que representa compartir, es interesante observar que lo que hagamos en este sentido se juega en el terreno de la voluntad, del compromiso, de los hechos. Los hechos son lo que uno pone en el mundo. La voluntad es fundamental en toda relación. Si queremos hacer un bien o no. Si queremos compartir o no. Si queremos comprometernos o no. Si se está o no.
Por eso es tan importante -cuando se conoce a otro ser humano- saber cuál es su voluntad. Lo que piensa puede ser extraordinariamente formidable, lo que siente respetabilísimo, pero lo que cuenta es lo que quiere, cuál es su voluntad. En el terreno social es lo que ocurre con tanta frecuencia en la estrategia de mercadeo político. Desde los partidos nos explican lo que piensan, lo que sienten. Pero nunca lo que quieren. Realmente lo que quieren. Eso ya se va viendo sobre la marcha. Y en caso de gobernar, casi siempre irremediablemente.
Al final, en lo comunal, todo se reduce a lo que uno pone. Unos más: Los comprometidos. Otros menos: Los participativos. Por eso aquello de que unos pocos son suficientes (dicen los optimistas) para cambias las cosas, porque los demás lo seguirán, se “sintonizarán”.
Como me explicaba un amigo, viene a ser como la relación que tienen en su desayuno favorito de los domingos el “bacon” con los huevos fritos. El cerdo lo pone todo, se compromete. Estar en el plato le ha costado la vida. La gallina sólo lo acompaña. Ella ha puesto los huevos.
Lo comunitario y el municipalismo comunal es algo que viene de lejos en la península. A pesar de que ahora algunos lo presuman, ya hubo antes otros “M15”, probablemente por los mismos motivos éticos que los actuales. Y es que las circunstancias globales han cambiado poco. Sólo hay que recordar los hechos acaecidos en Castilla entre 1520 y 1522 en las que las comunidades surgidas de la unión de villas y ciudades castellanas reaccionaron contra las pretensiones absolutistas de la monarquía, alzándose en defensa y sostén de las libertades municipales. De alguna manera la solidaridad entre el pueblo generó una especie de “15M”de la época, pero sin el perfil pacifista que define al actual. Los indignados de 1520, más coléricos y menos flemáticos, llegaron a la sublevación y el enfrentamiento. Cuando levantaban las manos no la hacían para agitarlas, sino para hacerlas caer con fuerza. Y en ello ponían la vida. Ni que decir tiene que los líderes sublevados fueron “ajusticiados” por haberse levantado en armas contra Carlos (el primero). Y éste tenía mal talante, así que Juan Bravo y Juan de Padilla los líderes del 15M de entonces fueron degollados. La ejecución tuvo lugar en Villalar el 24 de abril de 1521. Villalar de los Comuneros, por cierto, cerca de Tordesillas, que fue donde se libro la batalla del mismo nombre.
No es de ahora, como se puede comprobar, que la historia se repite; que hay un enfrentamiento eterno y constante entre lo bueno y lo malo, lo ético y lo antiestético. Poner cosas en el mundo -cuando se pretende hacerlo bien- conlleva una asombrosa dificultad añadida, y es que la facilidad con la que el Mal campa por este mundo a sus anchas es norma. Todo parece hecho a su medida.
Sin embargo, místicos de todas las épocas y físicos expertos en física cuántica, explican que este mundo es aparente, que la materia no existe. Parece entonces que los resultados en el mundo físico no han de estar necesariamente en concordancia con los que se manifiestan en otros niveles de la realidad. De hecho los humanos ya sabemos por experiencia, que aquí, en el mundo físico, incluso los dioses vienen a aprender a sufrir. Es aquí –en el plano físico- donde, nos ganamos el “pan” y es en donde uno quisiera ver reflejados los resultados, pero el tiempo es el que manda y lo que las generaciones de hoy crean, lo que engendran, sólo tendrá la manifestación de los frutos supuestamente en el futuro.
Para lo bueno y para lo malo. En todo ello el Mal es parte importante del plan, y siempre tiene cancha, como el derecho de pernada del que gozaban los señores feudales. Comunitario versus absolutismo. ¿Ha cambiado algo en casi 492 años? ¿Deberían ahora –tal como pretendían nuestros antepasados- fortalecerse la opción de pueblos y ciudades independientes, autónomas y autosuficientes? Posiblemente ese podría ser un camino. ¿Para qué gobiernos centrales o autonómicos? ¿Por qué no una Europa de los Municipios?
A veces se puede llegar a pensar que este mundo físico que nos ha tocado vivir es un lugar de perdedores. De perdedores frente al sistema, se llame Carlos I o SCS (sistema capitalista salvaje). Por lo que parece, es desde los fenicios, que la cosa haya podido quedar establecida. Con lo cual los depredadores del miedo humano tienen una larga historia y mucha experiencia en ejercerlo. Casi siempre sobre los más débiles. En 1522 los comuneros castellanos habían sido una opción sólida. Por eso Carlos I les eliminó. Y seguimos a la greña los mimos de siempre contra los mismos de siempre. De momento siguen ganado (aparentemente) también los mimos de siempre.
Pero si, como dije antes, los místicos y los físicos tienen razón – y la tienen – El mundo físico sería la máxima densificación de la materia, es decir, una especie de infierno. Y ser el mejor y el más destacado en el infierno a base de fechorías es muy poco mérito.
¿De dónde viene el tema comunitario, el hacer las cosas juntos? Por lo general el interés por la formación de comunidades humanas debería darse por el anhelo de encontrarse con otros seres humanos para compartir aquello que en la sociedad actual no puede encontrarse… Es la necesidad de descubrir algo nuevo en el prójimo que nos pueda hacer avanzar como seres humanos. Es como un ensayo de lo que podría ser. De alguna manera vivimos una época en la que los vínculos sociales cambian muy evidentemente por el hecho de tener un estado de conciencia despierta como nunca antes se había manifestado.
El ser humano siempre ha formado parte de algún tipo de comunidad, no es un invento nuevo esto del tema comunitario, de hecho cuando se nace ya se forma parte de una familia, luego de una comunidad escolar, después profesional, la clase social, y uniones de cualquier otro tipo. En lo comunitario reside aquello que el individuo aislado no puede realizar.
Viene de antiguo. Los grupos humanos han evolucionado desde las etnias o grupos de raza a las comunidades de “clase”, desde la “alta” sociedad, la aristocracia, la clase burguesa o el proletariado y por demás los nacionalismos. No somos, sin otro. Aun así, lo que toca en este momento sigue siendo el despertar de un tipo de conciencia que sólo puede producirse por lo que el prójimo conmueve en nuestra alma. El contacto con el alma y el espíritu de otro ser humano es lo que ha de obrar de esa forma. Es como un toque de gracia, un llamamiento. Ese hecho sólo se produce porque estamos kármicamente relacionados y nos buscamos los unos a los otros para hacer estas experiencias.
Antiguamente uno podía “despertarse” por su relación con la naturaleza. En algunas culturas se ha mantenido así, en donde las hierbas han dado un nivel de conciencia extraordinario. Ahora esta conciencia toca en el tu a tu. El reto es llegar entre unos y otros al entendimiento. Ese entendimiento al que todavía no llegamos con plena conciencia en el que un ser humano despierta a otro y viceversa. Este es el camino del cambio. El camino más difícil porque es el camino del desadoctrinamiento, del deshacerse de la mala educación, del esto no se dice, esto no se hace, esto no se toca. Como decía Serrat en sus canciones. Pues habrá que desandar lo andado para decir, hacer y tocar.
Leyendo el otro día a Borja Vilaseca di con una frase de su trabajo publicado en el Dominical del País que explica bastante bien el problema de las inercias. Decía: “Como en general huimos de nosotros mismos, lo más común es encontrarse con personas que no van hacia ninguna parte”. Tiene toda la razón. Tenemos tendencia a juntarnos, a formar comunidades también para lo inútil. Así que ya saben… O cambiamos nosotros o nada cambia. Si queremos podemos, pero me quedo con una frase corta que también he leído no recuerdo dónde: Si puedes, debes. Y yo diría que podemos…
Alfons Vinyals
Agosto 2012